LA FUERZA DE LAS PALABRAS
Actualmente muchos padres se preocupan por ciertas características de sus hijos. Como hoy en día casi todo es factible de medir, también los profesionales se preocupan: cuantas palabras dicen a cierta edad, cuanto crecen, si ya lee, si es narigón, si es rubia, morena, tiene pelo liso o rulos. Son miles los parámetros sociales o personales establecidos, que van instalando un ideal, un “deber ser”, frente al cual se hacen grandes esfuerzos por cumplir y es un problema cuando no se logra estar "a la medida".
Esta sensación de disminución va generando sentimientos de insuficiencia, disconformidad e inseguridad en el niño o niña, que, en la edad adulta, podría producir síntomas
propios de la sociedad actual:
adicción a la cirugía plástica, estrés, relaciones de amor tortuosas,
insatisfacción, sufrimiento, malestar consigo mism@,
entre otros.
Muchas veces estas connotaciones tienen que ver con historias de personas cercanas al niño: al padre le decían "el Chico", la madre tuvo problemas con ser crespa, cargando estas situaciones de ansiedad y produciendo complejos innecesarios.
Muchas veces estas connotaciones tienen que ver con historias de personas cercanas al niño: al padre le decían "el Chico", la madre tuvo problemas con ser crespa, cargando estas situaciones de ansiedad y produciendo complejos innecesarios.
El bebé no sabe nada. Es Otro quien lo va configurando, definiendo su realidad y espacio psíquico a partir de lo que dicen de él. Como los pequeños necesitan
sostenerse de algo, van haciendo propias estas connotaciones: “es mejor SER
inquieto que quedarme en nada. Al menos SOY alguien o algo para Otro”. Entonces empieza a tomar el lugar de "inquieto". Lo mismo con las comparaciones: “La
hermana era una foto. El es un torbellino”, son características que van definiéndolo, ubicándolo, etiquetándolo y dándole una
identidad.
En este mismo sentido, la seguridad también se va instalando a través de la palabra, del reconocimiento que hace Otro hacia el niño. Si ser narigón no es tema, es posible que incorpore de una manera interesante esa nariz a su
cara. Si el padre siempre se acomplejó de su nariz, puede trasmitirlo al hijo. Es posible que éste termine
operándola cuando grande y aún así le sea insuficiente.
Un ser humano realiza mil asociaciones azarosas en el recorrido de
su constitución subjetiva. Son muchos estímulos, mensajes, sonidos,
que se van registrando y configurando
su lugar en el mundo; no es algo que se pueda manejar, ni controlar en
su totalidad. Aún así, es relevante tener claridad de la fuerza que pueden
tener las palabras y que una
característica puede transformarse en defecto, más por lo que se dice de ésta
que por sí misma. Aquella comparación permanente con un ideal o con otros, va produciendo la
sensación de insuficiencia, de nunca ser apto, querible, amable. Todo porque
alguien cargó de mala forma alguna palabra o rasgo.
VER MAS: "CONOCIENDO el MUNDO, La Fuerza de las Palabras"
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- “La Voz como Soporte Emocional”
- “El Aprendizaje en los Niños: Una Articulación entre Experiencia y Palabra”
- “JUEGOS y JUGUETES en el MUNDO de la INFANCIA”
- “El Espacio Psíquico, un Cristal desde el cual se mira el Mundo”
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