LA FUERZA DE LAS PALABRAS

Este texto fue publicado en Revista "Padres OK" y ha sido parte de una Charla a Padres realizada el año 2016: "CONOCIENDO el MUNDO, La Fuerza de las Palabras"

Actualmente muchos padres se preocupan por ciertas características de sus hijos. Como hoy en día casi todo es factible de medir, también los profesionales se preocupan: cuantas palabras dicen a cierta edad, cuanto crecen, si ya lee, si es narigón, si es rubia, morena, tiene pelo liso o rulos. Son miles los parámetros sociales o personales establecidos, que van instalando un ideal, un “deber ser”, frente al cual se hacen grandes esfuerzos por cumplir y es un problema cuando no se logra estar "a la medida".


Esta sensación de disminución va generando sentimientos de insuficiencia, disconformidad e inseguridad en el niño o niña, que, en la edad adulta, podría producir síntomas propios de la sociedad actual: adicción a la cirugía plástica, estrés, relaciones de amor tortuosas, insatisfacción, sufrimiento, malestar consigo mism@, entre otros.

Muchas veces estas 
connotaciones tienen que ver con historias de personas cercanas al niño: al padre le decían "el Chico", la madre tuvo problemas con ser crespa, cargando estas situaciones de ansiedad y produciendo complejos innecesarios.

Los mundos se crean a partir de las palabras. 

El bebé no sabe nada. Es Otro quien lo va configurando, definiendo su realidad y espacio psíquico a partir de lo que dicen de él. Como los pequeños necesitan sostenerse de algo, van haciendo propias estas connotaciones: “es mejor SER inquieto que quedarme en nada. Al menos SOY alguien o algo para Otro”. Entonces empieza a tomar el lugar de "inquieto". Lo mismo con las comparaciones: “La hermana era una foto. El es un torbellino”, son características que van definiéndolo, ubicándolo, etiquetándolo y dándole una identidad.

En este mismo sentido, la seguridad también se va instalando a través de la palabra, del reconocimiento que hace Otro hacia el niño. Si ser narigón no es tema, es posible que incorpore de una manera interesante esa nariz a su cara. Si el padre siempre se acomplejó de su nariz, puede trasmitirlo al hijo. Es posible que éste termine operándola cuando grande y aún así le sea insuficiente.

Un ser humano realiza mil asociaciones azarosas en el recorrido de su constitución subjetiva. Son muchos estímulos, mensajes, sonidos, que se van registrando y configurando su lugar en el mundo; no es algo que se pueda manejar, ni controlar en su totalidad. Aún así, es relevante tener claridad de la fuerza que pueden tener las palabras y que una característica puede transformarse en defecto, más por lo que se dice de ésta que por sí misma. Aquella comparación permanente con un ideal o con otros, va produciendo la sensación de insuficiencia, de nunca ser apto, querible, amable. Todo porque alguien cargó de mala forma alguna palabra o rasgo.

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